Benigno Benítez "el Beni" se acercó a la mesa llena de turistas polacos.
Nunca en sus 40 años como camarero había tenido que atender a semejantes clientes en su pequeño bar del barrio de Tetuán.
Los polacos miraban con curiosidad las paredes de azulejos blancos y azules llenas de fotos de cantantes vestidas de sevillana y toreros. En todas ellas aparecía también el propio Beni, sonriendo a la cámara bajo su espeso bigote.
Una de las chicas, rubia, y mucho más alta que el Beni, le pidió cañas y pinchos de tortilla para todos en un perfecto español.
Beni suspiró aliviado. Había temido encontrarse con un grupo de guiris que sólo hablaban en inglés o algún otro idioma ininteligible.
Mientras servia las cañas, cruzó una mirada con Genaro, que apoyado en la barra terminaba su tercer coñac.
- El otro día vino un catalán y no se le entendía nada. - dijo el Beni.
- Yo ya te lo he dicho, tienes que abrirte a la cocina internacional, poner pantumaca, seviche y cosas de esas.
- Si. Para que se me llene el bar de mariquitas y gente rara.
Los polacos ya habían bebido varias rondas y conversaban animados, cuando se abrió la puerta. Todos enmudecieron de golpe.
Era un Tiranosaurio Rex de un metro sesenta de altura. Vestido con un impecable traje azul marino, camisa blanca y una corbata a rayas.
Los polacos no articularon palabra mientras el recién llegado caminaba hacia la barra. Algunos, ni siquiera atinaron a cerrar la boca en todo ese tiempo.
A pesar de su piel color verde oscuro, de sus afilados dientes y de sus pupilas amarillas, había algo en el Tiranosaurio que inspiraba tranquilidad y confianza
Se apoyó en la barra y echó un vistazo a la tele, donde el partido de fútbol estaba a punto de terminar en empate.
- ¿Lo mismo de siempre, Tino? - preguntó Beni. Y sin esperar respuesta, le sirvió al dinosaurio una cerveza y un platillo con aceitunas.
- Si. Vaya mierda de resultado. Así terminaremos en segunda. - dijo Tino.
Entonces se dio la vuelta y reparó en el grupo de polacos.
- Vaya Beni, cada día tienes clientes más raros aquí. - y volvió su vista a la tele, mientras bebía un sorbo de su cerveza.