lunes, 6 de agosto de 2012

Brigada en Verkami

El crowfounding y la autoedición permiten a algunos autores la libertad de emprender o soñar proyectos al margen de los grandes capitales, editoriales y crisis varias. Me he permitido el lujo de comprar este comic de fantaciencia (que tiene buena pinta) antes de que se haya editado.

viernes, 13 de julio de 2012

El Chocolate del Loro


Es tiempo de recortes. Las tijeras se han puesto de moda y no hay gasto público o privado que no se cuestione. Se recortan salarios, subvenciones a medicamentos, horarios de trenes, stocks de empresas y plantillas, funcionarios, atención sanitaria a inmigrantes, prestación de desempleo, se recorta todo excepto el nivel de gastos e ingresos de los responsables políticos. No solo eso, algunos políticos incluso se suben el sueldo al asumir el cargo. Cuando alguien se atreve a mencionar ese campo virgen de recortes siempre se desecha la posibilidad de aplicarlos apelando al argumento de que son “el chocolate del loro”, es decir, que el ahorro obtenido sería tan ridículo que ni siquiera vale la pena intentarlo.



Y tienen razón. Aunque se recorten los salarios de los políticos, se eliminen coches oficiales, se deroguen pensiones vitalicias, se les obligue a viajar en clase económica con las rodillas pegadas a los respaldos del asiento delantero, el ahorro obtenido no sería suficiente para resolver ni siquiera una pequeña parte del grave problema de déficit público.

Pero tienen razón sólo en parte. El argumento económico-matemático no es el único a tener en cuenta. El malestar creciente entre ciertos sectores de la población, los autodenominados “indignados” puede ser compartido o no, pero no debería ser ignorado. Hay un amplio sector de la sociedad que percibe que cuando nuestros líderes políticos piden que todos arrimemos el hombro y nos sacrifiquemos, se refieren a “todos” excepto a ellos mismos. Es esencial que ese sector, los que peor lo están pasando en esta crisis, confíen en la sociedad y den margen de maniobra a los líderes políticos para reconducir la economía a un puerto mejor. Otras grandes crisis han servido para que los que tienen poco que perder sean manipulados, con resultados catastróficos para la sociedad, por todo tipo de benefactores de la humanidad y visioniarios de extrema izquierda o derecha.

 

Los más afectados por los actuales problemas económicos son difíciles de convencer con el argumento del “Chocolate del Loro” por varios motivos: Porque no suelen ser muy buenos en economía o matemáticas. Porque cuando hay políticos que cobran 20 veces el salario mínimo, muchos parados podrían pensar: “si este cobrara un poco menos, quizás habría dinero para pagarme a mí”. Porque al ver en los telediarios lo que algunos cargos políticos gastan sólo en cenas o viajes, más de uno pensará: “mi salario sí que es el Chocolate del Loro.”

 

En aras de la estabilidad social, los salarios y gastos de los cargos políticos o públicos deberían ser reducidos de forma proporcional (o incluso en mayor medida) a los recortes que afectan a los ciudadanos de a pie. Pero hay un obstáculo para la reducción de los salarios y gastos de los políticos, es que la mayor parte de las veces ¡ellos fijan sus propios ingresos! Es evidente que nadie reduce alegremente sus propios ingresos a cambio de nada. Los ingresos y gastos de los políticos deberían de estar regulados por ley u otros mecanismos que no dependan de los interesados. A los que esperamos una deriva en esa dirección, sólo nos queda esperar que algún partido lo proponga, votarle y que luego cumpla sus promesas.

sábado, 21 de abril de 2012

Robo de Cerebros

Ricardo Alarcón, alto cargo político cubano, ha reconocido que una de los objetivos de las restricciones a los viajes de cubanos al exterior es evitar la pérdida de "capital humano".

martes, 14 de febrero de 2012

lunes, 23 de enero de 2012

Corporativismo, servilismo, y otros comportamientos animales.



Miles de personas cuyas vacaciones se ven truncadas por un aparatoso accidente en las costas de Europa, muertos y desaparecidos, un autoritario, temerario e irresponsable capitán que se niega a aceptar que su barco se hunde y luego huye como un cobarde para salvar el pellejo, un motín de oficiales que ordenan la evacuación, la inmensa mole inclinada con su espectacular agujero en el casco y buzos buscando supervivientes atrapados con la ayuda de explosivos, una misteriosa bailarina moldava... El naufragio del Costa Concordia que nos ha contado la prensa se ha convertido en un culebrón mediático con todos los ingredientes posibles.

Pero lo que más sorprende en esta historia es el apoyo popular manifestado en el pueblo del capitán. Al parecer, los de su pueblo lo consideran un heroe y validan su actuación sin importarles cuál haya sido. El mero hecho de ser un vecino, quizás un vecino eminente, ya es suficiente para ellos.

Pero esta postura no es nueva. Nunca se acepta que el penalti a favor del equipo propio es injusto. Si mueren más de 150 personas en un avión y se sospecha de los errores de los pilotos, su sindicato se alza como una sola voz a defenderlos, si se apunta a los mecánicos, ellos también tienen apoyos. Si un deportista de éxito da positivo en sustancias dopantes, su pueblo se apresura a nombrarlo “hijo predilecto”. Políticos sospechosos de corrupción ganan una elección tras otra con los votos de aquellos cuyo dinero han dilapidado o robado.

¿Cómo puede entenderse esta conducta? ¿Por qué cientos de personas lloran a un dictador que oprime y mata de hambre a sus ciudadanos? Es inexplicable desde el punto de vista de la lógica pura.

En su interesante y denostado libro “El Mono Desnudo”, Desmond Morris compara la conducta humana con la de otros animales, especialmente con la de otros primates. Morris nos recuerda que los chimpancés y gorilas viven en grupos muy jerarquizados donde el líder es considerado amo y protector de la manada y tiene el poder absoluto sobre sus súbditos. Por puro instinto animal, o porque lo manda la buena educación, un chimpancé debe rendir pleitesía al líder. Morris sugiere que la religión y quizás las dictaduras se ven favorecidas por esa predisposición del primate que somos, a venerar a un ser superior.

Por otra parte, la defensa del grupo es otro instinto básico que compartimos con el resto de los primates y otros mamíferos. La tribu ha sido una referencia del ser humano durante un millón de años de evolución. El apoyo a ultranza a cada uno de los miembros de un grupo compuesto por unas pocas decenas de individuos era esencial para la supervivencia del grupo mismo.

Muchos científicos reniegan de las tesis de Morris. No se acepta que seguimos siendo animales y que gran parte de nuestro comportamiento está condicionado más por instintos primarios que por la lógica racional. Pero no hay explicaciones más convincentes para la justificación del crimen, la estupidez o la maldad: grupos de simios defendiendo a miembros de su manada.