martes, 27 de enero de 2015

Choque de Culturas

Benigno Benítez "el Beni" se acercó a la mesa llena de turistas polacos.

Nunca en sus 40 años como camarero había tenido que atender a semejantes clientes en su pequeño bar del barrio de Tetuán.


Los polacos miraban con curiosidad las paredes de azulejos blancos y azules llenas de fotos de cantantes vestidas de sevillana y toreros. En todas ellas aparecía también el propio Beni, sonriendo a la cámara bajo su espeso bigote.


Una de las chicas, rubia, y mucho más alta que el Beni, le pidió cañas y pinchos de tortilla para todos en un perfecto español.


Beni suspiró aliviado. Había temido encontrarse con un grupo de guiris que sólo hablaban en inglés o algún otro idioma ininteligible.


Mientras servia las cañas, cruzó una mirada con Genaro, que apoyado en la barra terminaba su tercer coñac.


- El otro día vino un catalán y no se le entendía nada. - dijo el Beni.


- Yo ya te lo he dicho, tienes que abrirte a la cocina internacional, poner pantumaca, seviche y cosas de esas.


- Si. Para que se me llene el bar de mariquitas y gente rara.


Los polacos ya habían bebido varias rondas y conversaban animados, cuando se abrió la puerta. Todos enmudecieron de golpe.


Era un Tiranosaurio Rex de un metro sesenta de altura. Vestido con un impecable traje azul marino, camisa blanca y una corbata a rayas.


Los polacos no articularon palabra mientras el recién llegado caminaba hacia la barra. Algunos, ni siquiera atinaron a cerrar la boca en todo ese tiempo.


A pesar de su piel color verde oscuro, de sus afilados dientes y de sus pupilas amarillas, había algo en el Tiranosaurio que inspiraba tranquilidad y confianza


Se apoyó en la barra y echó un vistazo a la tele, donde el partido de fútbol estaba a punto de terminar en empate.


- ¿Lo mismo de siempre, Tino? - preguntó Beni. Y sin esperar respuesta, le sirvió al dinosaurio una cerveza y un platillo con aceitunas.


- Si. Vaya mierda de resultado. Así terminaremos en segunda. - dijo Tino.


Entonces se dio la vuelta y reparó en el grupo de polacos.


- Vaya Beni, cada día tienes clientes más raros aquí. - y volvió su vista a la tele, mientras bebía un sorbo de su cerveza.

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