lunes, 17 de enero de 2011

Juan de los Muertos.

Un zombie es un cóctel que mezcla tres tipos distintos de ron. Su nombre ya es una advertencia irónica contra su consumo. Combinar en un mismo concepto una bebida tropical y un personaje del cine de terror no puede hacerse más que desde el humor. Así lo entendió en su día el director de cine cubano Juan Padrón cuando convirtió sus comics en la divertida película de animación "Vampiros en la Habana"
Los zombies se asocian en nuestro subconsciente a la cultura cinematográfica anglosajona. “La Noche de los Muertos Vivientes” de George A. Romero, que se inspiraba en la novela “Soy Leyenda” de Richard Matheson, sentó las bases del cine de zombies. Mucho más cercanas en el tiempo: “28 días después” y su secuela, narran la infección zombie de las islas Británicas. El exitoso comic “The Walking Dead” se ha convertido en una serie de televisión y ya tiene incondicionales que la califican como el nuevo “Lost”. La novela de Max Brooks, “Guerra Mundial Z”, cuenta cómo el mundo entero sufre una plaga de zombies que está a punto de acabar con el ser humano como especie. Es un éxito de ventas y sus derechos cinematográficos han sido comprados por la productora de Bad Pitt, a quien probablemente veamos arrancando cabezas de muertos vivientes.
Un ejemplo más de esa proliferación de cadáveres hambrientos, es la película “Juan de los Muertos” que recientemente se ha filmado en la Habana. Como no podía ser de otra forma, se trata de una comedia. Juan es un buscavidas que decide sacar provecho de la epidemia de zombies que infecta la isla y monta un pequeño negocio de exterminio de zombies con el eslogan: “Juan de los Muertos, matamos a sus seres queridos”. No sé cual será el resultado final, pero la idea parece llena de posibilidades. El mero hecho de mostrar una Cuba infectada de muertos andantes constituye en sí mismo una irónica crítica social a un sistema político que trata a sus ciudadanos como si no tuvieran voluntad propia. A fin de cuentas, los zombies son seres que pululan por las calles, cojeando lentamente con la mente en blanco, sin más objetivo que encontrar alimento.
O quizás el paralelismo más apropiado es con el régimen que gobierna Cuba desde hace más de 50 años. Una gerontocracia decadente que se alimenta de las vidas y la muerte de las personas a las que gobierna, como sugiere con humor la escultura de Fidel Castro caracterizado como un muerto viviente, realizada por el artista español Eugenio Merino. El Fidel de Merino es patético pero amenazante. Es divertido como zombie hasta que uno se lo imagina liderando una cohorte de no muertos que acorralan a los que no han podido o no han querido huir de su tierra en una frágil balsa fabricada con neumáticos.

La mezcla propuesta de “Juan de los Muertos”, comedia de terror caribeño, puede parecer extraña a simple vista. Pero la idea de un ser que regresa de la muerte para vagar sin voluntad propia tiene sus raíces en la también caribeña cultura vudú haitiana, de cuyas leyendas obtuvieron inspiración los primeros europeos que imaginaron a los zombies. Incluso la palabra misma podría tener origen africano.
Como curiosidad final: la isla de Cuba tiene un lugar destacado en el best seller “Guerra Mundial Z”. Gracias a su férrea dictadura y a su aislamiento, el régimen castrista logra controlar la epidemia zombie. En cambio sufre la invasión de millones de refugiados norteamericanos. Muchos de ellos, irónicamente, llegan a la isla en balsas. Debido a su situación privilegiada, Cuba se convierte en una de las primeras economías mundiales y la influencia de los inmigrantes hace que finalmente el gobierno se vea obligado a realizar una apertura democrática. Quizás este escenario cubano en la novela de Brooks sea un pequeño homenaje a Romero, creador del cine zombie moderno, cuyo padre, aunque nacido en Galicia, había crecido en Cuba para finalmente emigrar a New York.

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