jueves, 6 de enero de 2011

Entre Arciniegas y el Che, me quedo con Arciniegas.

Vasco Núñez de Balboa, el primer hombre blanco en ver la costa que separa América del Pacífico comenzó la expedición como un polizón que huía de la justicia, para terminarla como capitán, elegido por los soldados.
Hernán Cortés, que en Cuba obtuvo el mando de una flota con el solo mérito de su habilidad política, conquistó un imperio protegido por cuarenta mil guerreros aztecas apoyado más en sus dotes diplomáticas, aprendidas a fuerza de seducir muchachas y engañar a maridos celosos, que en la fuerza de sus quinientos soldados, 13 fusiles y 15 caballos.
La ocupación de la Habana por los ingleses en el siglo XVIII tiene antecedentes en la oreja cortada de un contrabandista llamado Jenkins. Representó para los cubanos una prosperidad económica sin precedentes que fue interrumpida por las envidias de otras colonias inglesas caribeñas. Comerciantes y terratenientes jamaicanos influyeron en el rey inglés para que devolviera la estratégica colonia a España a cambio de la poco poblada Florida, donde mismo había perdido su oreja el infortunado Jenkins a manos de un capitán español.
Estas y otras muchas anécdotas, contadas con un dominio envidiable del idioma español, llenan “Biografía del Caribe” del escritor colombiano Germán Arciniegas. Un libro ameno y bello que, tomando el Caribe como centro y pretexto, narra cuatrocientos años de historia de los pueblos americanos y europeos que en ese mar se encontraron, lucharon, se mezclaron, surgieron o fueron destruidos.
Hace unos días encontré este artículo, donde se cita al Che Guevara. Desde su pretendida superioridad filosófica, el Che critica a Arciniegas y le reprocha carencias políticas y egoísmo ideológico. Niega por ello, que Arciniegas haya escrito “una gran obra”.
Hoy el pensamiento político del Che Guevara está totalmente obsoleto. Sólo quedan de él unos aburridos manuales donde se explica cómo hacer la guerra de guerrillas en los montes de una Cuba que ya no existe y algunas camisetas de merchandising. Su pensamiento y su obra sólo han contribuido a subyugar a los pueblos que pretendía liberar de sus cadenas, a crear esclavos en lugar del pretendido Hombre Nuevo que proponía en sus discursos.
“Biografía del Caribe” queda para el disfrute de quien quiera abrir sus páginas. La lectura de sus historias de conquistadores, piratas, contrabandistas, reyes, comerciantes, patriotas y aventureros nos abre al conocimiento de una parte del pasado hermoso y cruel de la humanidad. Hoy he buscado el viejo ejemplar que atesoro hace años y he vuelto a releer un par de capítulos. Definitivamente, me quedo con Arciniegas.

Un fragmento de “Biografía del Caribe”:

“El bucanero (...) no tiene cuentas pendientes con ningún rey europeo. Su rey es su capitán y su capitán el mejor cuchillo de su pandilla. Todo, como entre hermanos. Cuando están en la isla, en patrullas de boy-scouts, se van a los montes a cazar puercos. Secan la carne al sol ahumándola en barbacoas –a la bucana, que dicen–. (...) Otras veces se van al mar. Se convidan para ir a correr a la ventura. Que cada cual ponga un poco de carne de puerco o de tortuga y lleve su pistola y su cuchillo. (...) Al primero que encuentran  le dicen: –¿Dónde están los cerdos? – Y si este no les lleva al corral y se los suelta, al infierno con él; le despachan de una puñalada y siguen preguntando. Hasta que dan con los puercos; los bucanean y en canoas se los llevan a las naves. Luego vienen los asaltos. Todo es cuestión de no dormirse en los cuchillos. Del botín nadie toca nada para sí; va al fondo común, que limpiamente reparte el capitán al terminar la jira. Cada cual recibe su parte y va a emborracharse...”


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